miércoles, 3 de diciembre de 2014

Viaje al fin de la Noche de Céline vs La Marcha Radetzky de Joseph Roth



En 1894 nacen dos escritores, opuestos en su forma de ver el mundo y de entender la literatura. 

Roth en un lugar fronterizo del Imperio Austrohúngaro, en la región de Galitzia,  zona hoy situada  entre Polonia y Ucrania . Judío. Marcado por el sentimiento nacionalista de la patria como ente sobreprotector y paternal del que deja constancia en sus libros.

Céline en Coubervoie, un pueblo a las afueras  de París, quien, entre otras cosas,  escribió Viaje al fin de la Noche, un hito dentro de la historia de la novela y una revolución en la forma de narrar, una especie de libro de memorias  donde al protagonista le ocurren las mismas cosas que al autor. 
 
Ambos libros confluyen en un punto común, la primera Guerra Mundial, este año la "conmemoramos" y, en ambos, la evocación, la descripción que se hace de la Gran Guerra, es diametralmente opuesta.

 Roth la plantea fundamentalmente como el ocaso de un mundo, de una forma de entender la vida, el honor, la caída de una escala de valores, que se pierde irremisiblemente con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, dando paso a un nuevo orden mundial, social y, si se quiere, religioso, donde el gran páter, líder político-espiritual-moral se esfuma como la niebla en una mañana soleada. Para ello utiliza la excusa de tres generaciones de una misma familia, los Trotta, desde su ascenso por orden imperial a la categoría de noble por salvar la vida del emperador en la batalla de Solferino del teniente Joseph Trotta alla por 1859, pasando por su hijo, alto funcionario del Estado y después su nieto, quien cierra la saga de los Trotta, militar también como su abuelo, pero ya sin vocación militar. Los Trotta son una metáfora del propio Imperio desde su apogeo hasta su declive final que finaliza en la Primera Guerra. Toda la novela está narrada en un estilo clásico, desde la perspectiva del narrador, en tercera persona, con una sutileza maestra a la hora de describir los salones, las estancias, los ambientes, las relaciones humanas, los diálogos que fluyen bajo el manto de un protocolo y unas reglas que no se pierden ni en las relaciones familiares.

       Viaje al fin de la noche, empieza donde acaba la Marcha Radetzky, en la Primera Guerra, donde el protagonista, Ferdinand Bardamu, estudiante de medicina, se enrola en el ejército como una broma de juventud y acaba luchando en la contienda y describiéndonos una vertiente de la misma desconocida hasta ese momento en la historia de la Literatura. Nos hablará de las miserias de la guerra, de la corrupción de los mandos del ejército a quienes tilda de cocainómanos, en ocasiones,  de corruptos... de los negocios e intereses que representa para algunos. Y así comienza un libro que supone un vendabal de emociones, de ideas, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, con un lenguaje inusitado hasta entoces, como arrancado de la calle, de los bajos fondos, haciendo una representación de la realidad desde una óptica distinta u oficiosa, políticamente incorrecta y situando la cámara en planos hasta ese momento desconocidos, si utilizamos un lenguaje conematográfico. Después de pasar por el ejército, donde acaba herido, se aventura en un barco a las colonias francesas de África y describe con toda crueldad el modo de vida de los coloniadores, a base de inmundicia, malaria, violaciones y explotación de los pueblos de la zona...pasa a vivir un tiempo en Nueva York, y describe aterrorizado el modo de vida de la gente en la gran urbe y en Estados Unidos, como piezas desalmadas de un gran sistema industrial...más tarde ejercerá la medicina en un barrio periférico de París, La Garenne-Rancy, deprimido y deprimente, donde el médico es más víctima que los pacientes "...Cuando vives en Rancy, ya ni siquiera te das cuenta de que te has vuelto triste...", para acabar trabajando en un psiquiátrico. No hay una página del libro que te deje indiferente, una frase que esté colocada al azar, todo tiene un significado subyacente donde se aprecia la ironía, la doble cara de la realidad, la ambivalencia y la hipocresía del ser humano. Este libro podría ser nuchas cosas, pero sobre todo es un poema, una oda a la soledad, que acompaña al protagonista desde el primer suspiro del libro, una soledad que forma parte de su personalidad, su evasiva constante hacia las  personas, los lugares, las relaciones o los amigos, marcan su desapego por todo y su visión negativa y pesimista de la vida.
     Ambos libros, geniales en su estilo, son un doble placer si leen a la limón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario